Herramientas para escribir mejor. Parte 1

 



No soy escritora, ni pretendo serlo y aunque gente cercana a mí me anime a intentarlo, la verdad es que no me veo. No es miedo, ni inseguridad, es simplemente que no tengo la imaginación suficiente como para crear una historia inventada de cero. Para ficción no valgo. Eso sí, dame no ficción: ¿quieres un ensayo? ¿quieres un informe de lectura? ¿uno de editing? ¿artículos para un blog? Ahí sí, eso sí se hacerlo, eso no se me da mal. 

Escribir bien no es imprescindible para publicar un libro, de hecho, para pulir un manuscrito y complementar la creatividad de la autora están tanto las editoras como las correctoras (también necesitamos trabajar), pero sí es deseable saber expresarse lo mejor posible y tener un vocabulario medianamente amplio.

¿Cómo aprender a expresarse y ampliar vocabulario? Pues para eso te puedo sugerir algunas herramientas.

La primera: LEER.

Lee, lee y lee, todo lo que puedas y del género que puedas, da igual. Eso sí, intenta que tenga un mínimo de calidad, aunque, por supuesto, no hace falta que desentierres los clásicos del siglo pasado o del medievo.

Leer nos permite ampliar vocabulario, revisar estructuras sintácticas, analizar las distintas fórmulas para componer una obra de ficción y también averiguar si la idea tan original que tenemos en mente realmente lo es.

¿Te gusta leer en papel? Genial, puedes comprar en la librería de tu barrio y dejarte aconsejar por la persona que hay detrás del mostrador. También puedes ir a la biblioteca municipal que tengas más cerca e incluso disfrutar allí de un rato de lectura tranquila. Hoy en día, en muchas ciudades, también hay cafeterías que tienen servicio de préstamo de libros, ¡incluso La Gatoteca, en Madrid, te permite echar un vistazo a alguno de los volúmenes que tienen allí mientras tomas un refresco, disfrutas de la compañía de los mininos (la mayoría en adopción) y colaboras con una actividad solidaria!

¿Eres más de digital? Pues ahí tienes la aplicación «reina», Kindle, así como tantas otras donde comprar libros como Google Libros o Apple Books. Grandes librerías, como La casa del libro, también te permiten adquirir en digital y, por supuesto, editoriales como Penguin Random House. Y si no te llega el presupuesto, también existe el servicio de ebooks de las bibliotecas municipales a través de la aplicación E-Bliblio. Sí es verdad que esta última no te garantiza que tengas el libro que quieras de inmediato, pero existe la opción de reservar y mientras puedes leer algún otro título hasta que el que deseas esté disponible.

Otra opción para leer sería el audiolibro, ¿o no? Hay un debate respecto a este nuevo formato de «lectura». Desde mi humilde punto de vista, escuchar un audiolibro no es precisamente leer y, desde luego, si bien nos beneficiaremos de la ampliación de vocabulario y de la estructura de la historia, la parte de la gramática y la ortografía nos la perderemos. Pero, si no tienes tiempo para leer, para sentarte tranquilamente con una taza de té o café y posar tus ojos en un dispositivo digital o en un libro físico, ¿por qué no usar el audiolibro? Yo, personalmente, era reacia a este formato pero, precisamente ahora mismo, estoy oyendo una novela en este formato y, la verdad, la experiencia no está siendo mala. Así que, ¿por qué no aprovecharla para leer aunque técnicamente estemos escuchando? Creo que la tecnología está para usarla, siempre en su justa medida.

Y por hoy, no me enrollo más. ¡Leed, leed y leed! (Y no solo para escribir mejor, pero de eso ya subiré otra entrada).


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